“Por lo tanto, yo, prisionero por servir al Señor, les suplico que lleven una vida digna del llamado que han recibido de Dios, porque en verdad han sido llamados.” Efesios 4: 1

¿Recuerdas la misión tan grande que se nos ha encomendado? Tenemos el privilegio de mostrar la sabiduría de Dios por medio de anunciar la buena noticia de Jesús. Pero ahora te preguntarás ¿Cómo puedo anunciar la buena noticia de Jesús?

Pablo responde a esta pregunta diciendo: te suplico que lleves una vida digna de tu llamado. ¿No es increíble? Dios nos está diciendo que la forma en que podemos anunciar la buena noticia de Jesús no es necesariamente con nuestras palabras, es con nuestra vida.

Pero, ¿cómo es una vida digna del llamado? Pablo responderá a esto durante todos los capítulos siguientes, mostrándolo en cada aspecto de nuestra vida. Sin embargo, hoy te mostraremos los principios básicos de una vida digna del llamado:

  1. Ser pacientes y tolerantes los unos con los otros: Sorpresivamente, Dios nos llama a ser tolerantes con nuestros hermanos. La razón por la cual debemos ser tolerantes es que debemos buscar la paz con nuestros hermanos siempre y debemos amarlos sin importar lo distintos que sean. Por eso Pablo nos invita a ser humildes y suaves en el trato con nuestros hermanos. La humildad implica entender que no siempre tienes la razón, que muchas veces debes ceder y aceptar la visión de otros. Ser suaves en el trato implica ponerte siempre “en los zapatos del otro”, tratarlo como te gustaría que te traten a ti, o mejor aún, tratarlo como si estuvieses tratando con Jesús. (v. 2)
  2. Hacer todo lo posible por guardar la unidad del Espíritu. La manifestación del Espíritu Santo en nuestras vidas es la unidad y la paz con los otros. Somos uno, porque somos el cuerpo de Cristo (Efesios 4: 15). Somos uno porque tanto en ti como en tu hermano, habita el Espíritu de Dios (Hechos 2: 33). Somos uno porque fuimos llamados con una misma esperanza (Efesios 4: 4). Somos uno porque tenemos un solo Señor y tenemos una sola fe en Jesús (Efesios 1: 2, 13 -15). Y más aún, tenemos el mismo Padre (Efesios 2: 12). Piensa en todo esto en tu trato con tu hermano, recuerda que todos somos una familia en Jesús.
  3. Utiliza los regalos que Dios te dio para edificar a otros. Dios nos ha dado regalos a la iglesia para que seamos edificados y crezcamos en la unidad de la fe y en el conocimiento de Jesús. Pablo dice que Dios le ha entregado a la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Si Dios te ha dado la capacidad de cuidar y aconsejar personas (pastores), de enseñar la Palabra de Dios (maestros), de ser enviado a lugares donde la Palabra de Dios no ha sido compartida (apóstoles), de corregir y fortalecer a otros (profetas), o de anunciar las buenas noticias de Jesús (evangelistas), utiliza todo esto para ayudar a crecer a tus hermanos. Así, no solo estarás ejerciendo el regalo que Dios te dio, sino que ayudarás a que todos lleguemos al conocimiento pleno de Dios y a la unidad. ¡Estarás viviendo una vida digna de tu llamado! (v. 11-14).
  4. Habla y obra con la verdad en amor. Pablo nos dice que sólo hablando con verdad, creceremos en todas las cosas en Cristo y seremos edificados en el amor. No podemos ser edificados sobre el amor si hablamos con falsedad. Como miembros de la misma familia, debemos decirnos la verdad, pero siempre con amor, con compasión por tu hermano. La verdad debe ser un medio para ayudar a la unidad y al crecimiento de todos, no debe ser una excusa para ser grosero y no tolerante. (v. 15, 25)
  5. No vivas como aquellos que no conocen a Dios. El conocer a Cristo debe tener efectos prácticos en tu vida. Tu vida debe distinguirse de aquellos que no conocen a Dios ¿Cómo viven aquellos que no conocen a Dios? Pablo nos da algunas características: (v. 17 – 24)
    1. Enfocan su mente en cosas sin importancia, en cosas no útiles. Quienes no conocen a Dios solo piensan en lo temporal, en la satisfacción momentánea, o sus pensamientos no son de utilidad, de edificación. Tus pensamientos deben estar enfocados en lo eterno. Cuando trabajes, cuando estés en el centro comercial, cuando leas la Biblia, cuando veas televisión, en todos estos momentos tu mente debe estar en Jesús.
    2. Están ajenos a la vida de Dios. Quienes no conocen a Dios no quieren saber nada de Dios. Creen que Dios solo existe para los domingos en la mañana. No quieren que Dios se entrometa en ningún aspecto de su vida. Dios debe ser el centro de todo lo que hagamos.
    3. Son duros de corazón. Cuando un corazón es duro es impenetrable. No siente compasión, empatía, no es tolerante. Dios nos invita a que nuestro corazón sea abierto para los otros.
    4. Practican la sensualidad y la impureza. Quienes no conocen a Dios viven en un libertinaje sexual, no desean que Dios se entrometa en su vida sexual. El sexo es un regalo maravilloso que Dios nos ha dado e implica mucho más que el acto sexual propiamente dicho. Más adelante verás que Dios compara la relación del esposo y la esposa con la relación de Cristo y la Iglesia. La relación sexual es un acto de adoración a Dios, es un medio para mostrar la sabiduría de Dios en Cristo.

Dios nos dice que la forma en que podemos dejar de vivir de esta manera es siendo renovados en nuestra forma de pensar y nuestras actitudes por medio del Espíritu Santo. Esto logrará que nuestra vieja naturaleza – que nos invitaba a vivir de esta forma – sea separada de nosotros, y que la santidad y la verdad de Dios nos cubra.

¿Cómo podemos ser renovados en nuestra forma de pensar y nuestras actitudes? El método que Dios utiliza para esto es Su Verdad. La Palabra de Dios tiene la facultad de ayudarnos a vestirnos del nuevo hombre que ha sido creado por Dios. A medida que conocemos a Cristo, por medio de la Palabra de Dios, nos empezamos a parecer más a Él. (Colosenses 3: 10)