“Y el plan de Dios consiste en lo siguiente: tanto los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios. Ambos pueblos forman parte del mismo cuerpo y ambos disfrutan de la promesa de las bendiciones porque pertenecen a Cristo Jesús.” Efesios 3: 6

Muchos años atrás de que esta carta a los efesios fuese escrita, Dios le había prometido a Abraham, su amigo, que por medio de su descendencia Dios bendeciría todas las naciones de la tierra. Por mucho tiempo, los judíos (descendientes de Abraham) creyeron que sólo ellos eran los herederos de las promesas de Dios, incluso, creían que la promesa del Mesías (por quien Dios habría de salvar) era solo para los judíos.

Sin embargo, Pablo dice que en realidad ha existido un plan de Dios desde el inicio. Este plan no había sido conocido por mucho tiempo, pero ahora el Espíritu Santo lo ha revelado. (v. 3 – 5)

Y el plan de Dios es: Que todo aquel que cree en las buenas noticias de Cristo es heredero de las promesas de Dios. No importa si es judío o no judío, ya que todos hacemos parte del mismo cuerpo, todos pertenecemos a Cristo. (v. 6 – 7)

Cuando conocemos las buenas noticias de Cristo y las creemos, entonces podemos comprender las promesas de Dios y por qué son tan importantes sus promesas para nuestra vida.

Hay unos tesoros inagotables en Cristo Jesús, a los cuales no podemos acceder con nuestra investigación, con nuestro conocimiento, con nuestros esfuerzos o nuestra religiosidad. Solo podemos acceder a la riqueza que hay en Cristo por medio del evangelio, las buenas noticias de Jesús.

¿Por qué este plan se mantuvo oculto por tanto tiempo? ¿Por qué Dios no lo mostró a los judíos? Porque Dios tenía un objetivo con todo esto. Y el objetivo era mostrar su sabiduría por medio de la iglesia. Por medio de ti y de mi, Dios está a dando a conocer las riquezas inagotables que hay en Cristo. Por medio de nuestras acciones y nuestras palabras podemos anunciar las buena noticia de Jesús, la cual es que, por la obra de Jesús y nuestra fe en Él, podemos entrar a la presencia de Dios con total libertad y confianza.  (v. 10 – 12)

¡El mundo debe conocer esto! Dios quiere reconciliar al mundo consigo mismo y ha hecho todo lo necesario para esto, a través de la obra de Jesús. Tú y yo ahora solo tenemos la tarea de dar a conocer esta buena noticia, de mostrar la sabiduría y las riquezas inagotables que hay en Jesús. Ya no existe más temor, ahora hay un camino abierto para entrar con libertad y confianza a la presencia de Dios, por medio de Jesús.

En próximos mensajes podrás aprender cómo puedes anunciar esta buena noticia. Pero ahora, queremos orar por ti tal como lo hizo Pablo al compartir esta verdad, te invitamos que le pidas a Dios que te ayude para poder experimentar esto: (v. 14 – 21)

  1. Que el poder de Dios que obra en ti, por medio del Espíritu Santo que habita en ti, te dé fortaleza. No es una tarea sencilla el mostrar la sabiduría de Dios, pero Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para ello: el Espíritu Santo. Él es quien nos fortalece para cumplir esta grandiosa misión. Él es todo lo que necesitas para anunciar la buena noticia de Jesús.
  2. Que Cristo habite en ti todos los días, por medio de la fe. Solo podrás dar a conocer la buena noticia de Jesús, si Jesús habita en ti. Cuando Jesús habita en ti, puedes conocer la grandeza del amor de Dios por ti y tus hermanos en Cristo. Y este amor de Dios hará que seas pleno en Él. Cuando estamos llenos de Dios y sentimos la plenitud de su presencia en nosotros, no es una carga el anunciar el evangelio o mostrar la sabiduría de Dios. Y sólo podrás sentir la plenitud de Dios a medida que experimentes su amor. Y sólo podrás experimentar su amor, si Cristo habita en ti. ¿Puedes verlo? Por esto es tan importante que Jesús habite en ti, y Jesús habita en ti por medio de la fe, de creer y confiar en Dios.

Así que deseamos que todos los días puedas experimentar el amor de Dios en tu vida y que su Espíritu Santo te dé fortaleza.