Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero que según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor. Romanos 1: 3 – 4.

 

1. Introducción

En los primeros versículos de Romanos 1, Pablo se presentó a sí mismo como un esclavo de Cristo, que les escribía a los romanos en obediencia a su llamado a anunciar el evangelio el cual Dios había anunciado por siglos.

La palabra “evangelio” significa literalmente “las buenas noticias de Dios”.[1] La carta a los romanos es una gran exposición de estas buenas noticias de Dios. Sin embargo, en los versículos que estudiaremos hoy, Pablo nos da un resumen breve de qué son estas buenas noticias.

2. Mensaje para la audiencia original

a. El evangelio trata de Jesús

Pablo comienza con un comentario interesante para los romanos: El mensaje que Dios había dado a través de los profetas por siglos, siempre ha tratado de Jesús. Las buenas noticias tratan de Jesús. Jesús es el objeto personal al cual las promesas de las Santas Escrituras aluden. Ahora bien, Pablo elige identificar a Jesús como el “Hijo de Dios”. Al utilizar esta expresión, Pablo le está dando a entender a los romanos que Jesús comparte la misma naturaleza de su Padre.[2] En otras palabras, Jesús es Dios.

b. Jesús es Dios

Pablo reafirma lo anterior haciendo referencia a las profecías que por siglos los hebreos habían escrito: Jesús es descendiente de la línea de David en su humanidad. En otras palabras, Jesús no solo comparte la naturaleza de Dios, sino que Jesús fue un ser humano, de carne y hueso. Sin embargo, Pablo entonces reafirma la divinidad de Jesús: Jesús fue designado (otra traducción apropiada podría ser “determinado”, “declarado”, “probado”, “nombrado”)[3] como Hijo de Dios.

En otras palabras, Jesús, a quien Pablo primero muestra como teniendo una naturaleza humana, también ha recibido un título divino, esto es, de Hijo de Dios. Con respecto a la descendencia terrenal de Jesús, Él nació como cualquier otro hombre. Sin embargo, respecto a su esencia divina, Él fue “nombrado” o “designado” como Hijo de Dios.[4]

Pablo continúa afirmando que la designación fue realizada según el Espíritu de santidad. Pablo comenta que esto fue hecho en contraste (“pero”) a su naturaleza humana. En otras palabras, a pesar que Jesús era 100% humano según su descendencia humana por parte de la familia de David, Jesús también fue designado como Dios según el Espíritu Santo.[5]

En los inicios de la iglesia, muchas herejías empezaron a surgir. Los judíos no creían que Jesús era Dios. Sin embargo, otra herejía que empezó a surgir dentro de la iglesia sostenía que Jesús no fue humano, sino que simplemente “aparentaba” ser humano.[6] Juan escribiría en sus cartas que una señal del “espíritu del anticristo” (el cual brotaba desde dentro de la iglesia)[7] era la negación de que Jesús era el Mesías,[8] y que Jesús fue un ser humano.[9] Quizás por esta razón Pablo se toma su tiempo de explicarle a los romanos que Jesús fue 100% humano y 100% Dios.

c. La resurrección es la prueba de que Jesús es el Hijo de Dios.

Pablo comenta que la prueba de que Jesús ha sido designado como Hijo de Dios es la resurrección, la cual es una muestra del poder de Dios. El poder muestra que la resurrección es un triunfo, Dios planeó que la designación de Cristo se diese a través de la resurrección, porque esta es una muestra triunfante de su poder sobre la muerte. El poder es una declaración que Dios mismo hace. Es decir, Dios declaró que Jesús es el Hijo de Dios de una forma poderosa, inequívoca, y abierta, para que cualquier persona pueda atestiguarlo.

Pablo termina la descripción del objeto personal del Evangelio con una frase contundente y que no da lugar a ambigüedad: Este sujeto, quien es humano en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, pero que por la resurrección ha sido nombrado con poder como Hijo de Dios es Cristo Jesús nuestro Señor.

Pablo lo describe con su nombre terrenal, Jesús, pero en conjunción con su título profético: Cristo (el Mesías). Con esto Pablo está dejando claro a los romanos que Jesús es aquel Mesías del que hablaban las Santas Escrituras.

Pero Pablo también utiliza un término muy interesante “nuestro Señor”. El segundo título más frecuentemente utilizado para Jesús en el Nuevo Testamento es el título “Señor”, un título de enorme significado porque es el título que se le daba a Dios en el Antiguo Testamento.[10] Con esto Pablo, está haciendo una declaración poderosa: Jesús no solo es el Mesías, Jesús es Dios. Este es el nombre sobre todo nombre al que Pablo se refiere en Filipenses 2: 9-11 cuando afirma que toda lengua confesará que Jesús es el Señor (Adonai).

Pero no solo eso, Pablo les dice a los romanos que este título es personal, aplicable a ellos. El Señor (kyrios) es el amo de un doulos. En el versículo 1, Pablo se describió a sí mismo como un esclavo (doulos) de Cristo. Esta era su mayor credencial. Ahora Pablo dice que Jesús es el amo de todos los creyentes. En otras palabras, todos los creyentes son doulos ante Jesús.

3. Verdades Eternas

Pablo nos regala una descripción resumida y poderosa de cuáles son las buenas noticias de Dios, que podemos resumir en estas tres verdades eternas:

a. Todas las Escrituras hablan de Cristo.

En este sentido, debemos leer todas las Escrituras con un temor reverente, sabiendo que ellas hablan de Jesús. Hace poco escuchaba a un conferencista afirmando que, si lees algo en el Antiguo Testamento que no se parezca a Jesús, entonces es una declaración falsa de quién es Dios. Esto no es solamente falso de acuerdo con las Escrituras, sino que es una herejía que la iglesia combatió muchos siglos atrás.[11]

A través de este texto, Pablo nos comenta que todo lo que hablaban las Escrituras era sobre Cristo. Cuando los profetas escribían sus libros, cuando Moisés escribía el Pentateuco, cuando David escribía Salmos, cuando Salomón escribía Proverbios o Eclesiastés: Todas estas palabras apuntaban a Jesús. Las buenas noticias de Dios siempre han tratado de Jesús.

b. Los creyentes debemos gozarnos y gloriarnos en la resurrección de Jesús porque es la gran y triunfante muestra del poder de Dios, designando a Jesús como Hijo de Dios.

Por muchos años, he visto que las buenas noticias en América Latina se han basado en la muerte de Jesús. “Jesús murió por tus pecados”, “Jesús te amó tanto que fue a la cruz por ti”, etc. La muerte de Jesús es una parte importante y vital para las buenas noticias de Dios. Sin embargo, es curioso que Pablo no se enfocó en la muerte o crucifixión de Jesús, al momento de resumir las buenas noticias de Dios. En cambio, Pablo se enfocó en la resurrección de Jesús.

La resurrección de Jesús es vital para las buenas noticias de Dios por dos razones principales: (1) es un hecho histórico que demuestra que Jesús es Dios,[12] y que, como Dios, puede ejercer su autoridad como Señor de nuestras vidas; y (2) la resurrección es la muestra del triunfo de Dios sobre la muerte, y una esperanza para los creyentes de que la muerte no es el final y que nuestros pecados han sido perdonados.[13]

Como cristianos, debemos gozarnos y hablar con alegría de la resurrección de Jesús.

c. Somos esclavos de Cristo. Jesús es el Señor. Y, Jesús es el nombre sobre todo nombre. Él es Dios, es el sujeto máximo de nuestra adoración y servicio.

La humanidad de Jesús debe llevarnos a entender como dijo el autor de la carta a los Hebreos que “no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.[14] La humanidad de Jesús nos muestra que Jesús nos entiende y nos ama, y que con Él, podemos llevar una vida en santidad.

La divinidad de Jesús, demostrada por medio de su resurrección según el poder del Espíritu Santo, nos debe llevar a entender que Él es el Señor. Él es Dios. Él tiene el poder de dar y quitar. Esto no solo debe conllevar en nosotros un sentido de adoración y servicio, sino un temor reverente de quién es nuestro Señor. Jesús diría alguna vez “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.”[15]

La vida cristiana es esta hermosa dicotomía. Sabemos que tenemos un sumo sacerdote, un Dios, que nos entiende y nos ama. Pero debemos acercarnos a Él, servirle, y seguirle con un temor reverente, sabiendo que Él es el Señor, que todo le obedece a Él, y que Él tiene la autoridad y soberanía sobre nuestras vidas.

Por otro lado, ¿no te causa alegría que tienes al Señor de todas las cosas, el Señor del universo, contigo, que Él te entiende, que Él te ama, ¿y que Él trabaja en ti? Él prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esta es una verdad de la cual vale la pena aferrarse, y vivir con la confianza que el gran Soberano está con nosotros siempre.

4. Mi respuesta a la verdad:

Te invito a tomarte un tiempo para orar a Dios y preguntarle cómo deberías responder a estas verdades.

Quizás Dios te esté llamando a ver a Cristo en todas las Escrituras, y no solo en aquellos pasajes que te gustan como hacen algunos. Quizás Dios te está invitando a no leer las Escrituras simplemente como historias o relatos, sino entender cómo Dios le estaba mostrando a las personas de aquel tiempo quién es Cristo. Todas las Escrituras son valiosas porque muestran el carácter de Cristo.

Por otro lado, ¿cómo puedes alegrarte y vivir en la verdad de la resurrección de Jesús en tu día a día? La resurrección de Cristo nos debe dar confianza de que la muerte no es el final. Dios venció la muerte, y con ello de forma abierta, inequívoca y triunfante declaró a Jesús como Hijo de Dios, y le dio un nombre sobre todo nombre. La resurrección de Jesús es una muestra del poder de Dios, que debe llevar a ser conscientes que el poder de Dios obra en nuestra vida si estamos en Cristo para darnos vida a pesar de las circunstancias temporales. Por esto tantos cristianos valientes, en toda la historia del cristianismo, han sido capaces de afrontar las peores adversidades, la muerte incluso.

Pero no solo esto, la resurrección es una muestra también que no estamos muertos en nuestros pecados (1 Cor. 15: 17). Hay una solución frente al pecado y las tentaciones, y es que Dios nos ha dado vida por medio de la resurrección de Jesús.

Finalmente, te invito a entender que Jesús es Dios. Puedes vivir alegremente sabiendo que no eres esclavo del pecado, sino libre siendo esclavo de Cristo. Cuando sirves a Cristo, estás sirviendo a Dios. Y esto también es una promesa: Toda lengua confesará que Él es Adonai. Estamos en el equipo vencedor, y esto es una confianza para el futuro y para compartir con otros las buenas noticias de Jesús.


Citas:

[1] Véase https://bibliaparalela.com/greek/2098.htm.

[2] Véase https://bibliaparalela.com/greek/5207.htm.

[3] David Brown et al., Commentary Critical and Explanatory on the Whole Bible.

[4] Marvin Vincent, Word Studies in the New Testament.

[5] R.C. Sproul, The Gospel of God: Romans, Ligonier Ministries (2011), página 25.

[6] Para una mayor exposición de estas herejías véase https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-ensena-la-biblia-sobre-la-humanidad-de-cristo/.

[7] 1 Juan 2: 19 (“Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros”.)

[8] 1 Juan 2: 22-23 (“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre”.)

[9] 1 Juan 4: 2-3 (“En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”.)

[10] R.C. Sproul, The Gospel of God: Romans, Ligonier Ministries (2011), página 24.

[11] Véase https://www.coalicionporelevangelio.org/curso/el-marcionismo/#que-es-y-como-nacio-el-marcionismo.

[12] 1 Corintios 15: 14 (“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”) Para una discusión de las bases históricas de la resurrección, véase Josh McDowell, Evidencia que Exige un Veredicto, página 179.

[13] 1 Corintios 5: 12-20 (“Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.”)

[14] Hebreos 4: 15.

[15] Mateo 10:28.