Te estábamos esperando

La palabra “evangelio” significa “buenas noticias que se anuncian”. Eso lo hace diferente de otros mensajes religiosos, que podrían llamarse “buenos consejos a seguir”.

La buena noticia es que estamos tan perdidos y rotos que no podemos encontrar a Dios o arreglarnos, así que Dios ha venido a encontrarnos y salvarnos. Para ello se convirtió en un hombre, Jesús de Nazaret, que vivió una vida humana ordinaria, distinguida sólo por el hecho sorprendente de que nunca hizo nada malo. Mantuvo todas las leyes de Dios, tanto internas como externas, y habiendo hecho esto, transfirió todo el crédito de esa obediencia a aquellos que lo aman y confían en él.

Además de darnos el crédito por su vida y obediencia perfectas, Jesús fue más allá y voluntariamente tomó el castigo que nos correspondía por nuestras vidas imperfectas y rebeldes. Muriendo en la cruz, perdonó a aquellos que lo estaban matando. Cuando resucitó de la muerte, Jesús demostró que la muerte no tenía ningún poder sobre él, ni sobre nadie que le confiara su vida y su alma.

Reunirse con Dios, por lo tanto, no depende de nuestros propios esfuerzos, ni siquiera de la fuerza y la sinceridad de nuestra fe. No es la calidad de nuestra fe la que nos salva, sino la calidad de Aquel en quien ponemos nuestra fe: Jesús.

El poder de esta libre gracia y aceptación en la familia de Dios tiene un efecto transformador en la vida de cualquier cristiano verdadero. Como ya no estamos tratando de ganarnos la aprobación de Dios (haciendo de Dios el más grande y peor de todos los capataces a los que nos hemos enfrentado), somos libres de amarlo con gratitud y alegría. Nuestra obediencia y “buenas acciones” se vuelven verdaderamente buenas por primera vez, ya que están motivadas por la gratitud, en lugar de estar hechas para acumular “crédito de buena conducta” con Dios.

Poco a poco nos asemejamos al amo que nos ha liberado de todas nuestras adicciones y compulsiones de esclavos. Así como Él sirvió a un mundo que no lo entendió ni lo apreció, así nosotros estamos llamados a servir a nuestros vecinos y a nuestro mundo, crean como nosotros o no. Jesús se llamó a sí mismo el siervo de todos y dijo que nosotros, sus seguidores, necesitábamos servir a los demás con sacrificio si nos somos llamados por su nombre.

¿Qué sigue ahora?

Poseer una mera fascinación por Jesús no es suficiente para cumplir, ni tampoco para llevar a cabo su trabajo de cambio de vida. La curiosidad es buena, pero debe conducir a una búsqueda ferviente. Esto puede hacerse leyendo la Palabra de Dios, y conectándose a la comunidad en un ambiente cristiano con gente personalmente involucrada en su crecimiento.

No podríamos estar más emocionados de que estés listo para empezar a explorar la realidad de la resurrección de Jesús de una manera lógica y comprensible. Nos encantaría hablar contigo sobre tu viaje y conectarte con gente que se preocupa por ti, ya sea en CFE Barranquilla o en cualquier otro lugar.