“Por medio de quien hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a su nombre; entre los cuales estáis también vosotros, llamados de Jesucristo. Les escribo a todos ustedes, los amados de Dios que están en Roma, que han sido llamados a ser santos. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.”[1] Romanos 1: 5-7.

1. Introducción

El pastor John Piper escribe que en Romanos 1:5 Pablo evalúa su llamado como misionero: “[Soy llamado] para promover la obediencia a la fe por el amor de su nombre entre todas las naciones.” Luego, relata que John Scott comenta sobre este texto: “Deberíamos sentirnos celosos … por el honor de su nombre; atribulados cuando el Nombre permanece desconocido; heridos cuando es ignorado; indignados cuando es blasfemado. Y todo el tiempo ansiosos y determinados de que será dado el honor y la gloria que se deben a Él.”[2]

Hemos titulado este estudio: ¿Por qué hacemos misiones? Y a lo largo de este estudio entenderás no solo por qué las hacemos, sino qué herramientas nos ha dado Dios para ello. Sin embargo, queremos darte un pequeño spoiler en la forma de un comentario del pastor John Piper:

El más alto de los motivos misioneros no es la obediencia a la Gran Comisión, (Lo cual es de suma importancia), ni el amor por los pecadores quienes están alineados y pereciendo (incentivo que es muy fuerte especialmente cuando contemplamos la ira de Dios…); sino más bien, el celo – celo ardiente y apasionado – por la gloria de Jesucristo.[3]

2. Mensaje a los Lectores Originales

 a. Promoviendo la obediencia a la fe

En los versículos anteriores Pablo presenta el núcleo del Evangelio: Jesús, el Hijo de Dios. Ahora, Pablo les anuncia a los romanos que es por medio de Jesús que Pablo y los otros apóstoles han recibido (1) la gracia y (2) el apostolado para promover la obediencia a la fe a todas las naciones. En otras palabras, la misión que han recibido los apóstoles es muy clara: Ellos deben dirigirse a todas las naciones para promover la obediencia a la fe.

La palabra “promover”[4] implica que el trabajo de Pablo era causar o sembrar la semilla de obediencia a Cristo Jesús. No es Pablo quien tenía la tarea de generar el crecimiento, sino simplemente de propiciar el movimiento de sus lectores y discípulos a obedecer a Cristo Jesús.[5]

Es interesante observar que Pablo describe que el objetivo del apostolado es la obediencia a la fe. Pablo les comunica a los romanos que el vivir en Cristo no solo trata de creer (“fe”), sino de obedecer a la fe (literalmente, “sumisión a lo que se escucha”). Es decir, escuchar y creer va de la mano de un sometimiento a aquello que se escucha y se cree. El evangelio requiere obediencia. La obediencia a la fe es la obediencia que caracteriza y procede de la fe. En otras palabras, no puede existir fe si no existe obediencia.[6]

b. Las herramientas para promover la obediencia a la fe

Para lograr la misión de promover la obediencia a la fe entre las naciones, Pablo anuncia que Dios, por medio de Jesús, ha dotado a los apóstoles de dos “herramientas”:

  • La gracia: La palabra utilizada aquí por Pablo también puede ser traducida como “favor”, es decir, es el favor del Señor, es Dios inclinado a las personas. En otras palabras, Pablo les comunica a los romanos que Dios está inclinado y su favor está con los apóstoles y quienes ejercen el ministerio de promover la obediencia a la fe a todas las naciones.
  • El apostolado: Esto se refiere al oficio de los apóstoles de Cristo, sin embargo, literalmente significa el ser enviado. Pablo anuncia que la misión de ir a las naciones a promover la obediencia a la fe no es solo algo aspiracional, Dios les ha dado a los apóstoles el oficio de ser enviados. Su trabajo no es quedarse quietos o cómodos en un lugar, en cambio, su trabajo consiste en ser enviados.

En pocas palabras, Pablo les anuncia a los romanos que Dios les ha dado a los apóstoles su favor y el oficio mismo de ser enviados para promover la obediencia a la fe entre las naciones.

c. El fundamento de la obediencia

El fundamento que lleva a los apóstoles a ejercer este oficio o ministerio encomendado por Dios es uno solo: por amor al nombre de Jesús. Otras versiones utilizan la frase “por la causa de su nombre”. Ya sea amor o causa la palabra exacta, ambas reflejan lo mismo: el fuego interno que lleva a los apóstoles a abandonar sus trabajos, familias, amigos, con el fin de promover la obediencia de la fe entre las naciones es el deseo que el nombre de Jesús sea exaltado.

John Piper dice que la razón por la cual hacemos misiones es que Jesús no es adorado en muchas naciones.[7] Pablo parece entenderlo igual, la razón que lo mueve a Él a exponer su vida a tantos riesgos no es solo el beneficio de sus lectores y discípulos, sino que su mayor motivación es un amor y una pasión por el nombre de Cristo.

d. Llamados a pertenecer a Cristo, amados por Dios y llamados a ser santos

Pablo finaliza esta introducción indicando que entre aquellos llamados a la obediencia a la fe están los destinatarios de su carta, esto es, los romanos. Pero Pablo también califica a su audiencia, no son solo los romanos en general, sino son:

  • Aquellos que han sido llamados a pertenecer a Cristo.

Este mensaje de Pablo posee una gran implicación: El mensaje del evangelio que Pablo expondrá no es necesariamente para todos. Si bien, Pablo tiene la misión y el oficio de promover la obediencia de la fe a todas las naciones (sin distinción), hay un grupo de personas, a las cuales esta carta está dirigida: las personas que han sido llamadas a pertenecer a Cristo.

La palabra “llamado” significa literalmente citar. Es decir, estas personas han sido citadas. Alguien externo los ha convocado para algo. Y este algo, a lo cual han sido convocados, es pertenecer a Cristo.

Si tomamos el evangelio como un todo, por Juan 10: 27 – 28[8] sabemos que quien llama es el mismo Jesús. Cristo llama a los que han de ser salvos, y los llama a pertenecer a Él. Por Juan 10: 27 – 28, sabemos que a quien Cristo llama, esta persona lo sigue.[9] Esto tiene implicaciones para los destinatarios de esta carta, Pablo les está comunicando que ellos pueden estar seguros de que si han sido llamados a pertenecer a Cristo, ellos pertenecen a Cristo.

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  • Amados por Dios.

El término “amados por Dios”, se trata de un término muy expresivo y descriptivo porque es Jesucristo a quien se le llama “el amado”, el objeto especial del afecto de Dios (Mateo 3: 17; 17: 5).[10] Pablo les dice a los romanos que ellos han podido conocer el amor incondicional y reflexivo de Dios, de la misma manera que Jesús pudo experimentarlo.[11]

  • Que han sido llamados a ser santos.

El término “santo” en el griego original se traduce literalmente como “diferente” o “distinto”. En otras palabras, diferente del mundo.[12] ¿En qué fundamenta la diferencia con el mundo? En el hecho de haber sido apartados por Dios y consagrados a Él.[13] Pablo parece indicar que existe una relación cercana entre el acto de “llamar” que realiza Dios y el acto de “santificar”. En otras palabras, Dios santifica a quienes llama.

En conclusión, Pablo les manifiesta tres verdades a los destinatarios de su carta: (1) Ellos han sido llamados a pertenecer a Cristo, (2) son objeto del amor incondicional y reflexivo de Dios, y (3) ellos han sido llamados por Dios y, por lo tanto, han sido hechos (y están en el proceso de ser) diferentes al mundo.

3. Verdades Eternas

a. El mandato de hacer discípulos es para todos los cristianos. Sin embargo, este mandato no es solo un encargo, es un: (i) un regalo, y (ii) un oficio que hemos recibido por medio de Cristo.

Debemos dar gracias a Dios por todas aquellas personas que dedican su vida a llamar a las naciones a la obediencia a la fe, empezando por el pastor de tu iglesia local. Dios nos ha dado el regalo de los pastores y misioneros quienes hoy en día ejercen la labor de ser enviados a llamar a las naciones a la obediencia a la fe.

Pero también se nos es dado el regalo a todos los cristianos de ser enviados para promover la obediencia a la fe en todas las naciones, y para lograr esto, Dios nos ha concedido su gracia, su favor, Dios va con nosotros.

Dondequiera que vayas con el fin de comunicar la Buena Noticia de Dios, puedes estar seguro que el favor de Dios va contigo.

b. La pasión que debe llevarnos a llevar a cabo este oficio no otra más que una pasión porque el nombre de Cristo sea exaltado.

Si amamos el nombre de Jesús, si lo adoramos, y si anhelamos que Él sea adorado por todos, inevitablemente esto debe llevarnos a salir de nuestra zona de comodidad y promover la obediencia a la fe.

El mayor ejercicio de adoración que podemos hacer no es cantar canciones, es salir de nuestra zona de comodidad para compartir las Buenas Noticias de Dios con otras personas.

c. El mensaje del evangelio que debemos predicar no es solo el creer (la fe) en Jesús sino la obediencia a Jesús.

Jesús diría que somos suyos si obedecemos sus mandamientos (Juan 15: 10-14). El obedecer a los mandatos de Dios es parte inevitable del mensaje del evangelio.

d. Hay una promesa en el oficio de llamar a las personas a la obediencia al evangelio: Hay muchos que escucharán las buenas noticias y obedecerán a Jesús, ya que Jesús mismo los está llamando.

Esto debe darnos una sensación de temor reverente ante nuestro oficio de llamar a las personas a obedecer a Jesús. Este temor reverente no solo radica en ser fiel al mensaje (las Buenas Noticias) como hemos visto en el estudio pasado, sino también en cómo ve Dios a aquellos que aceptan el llamado a la obediencia:

  • Dios mismo ha llamado a estas personas para que le pertenezcan. Jesús llamaría a estas personas, “personas de paz” (Juan 10: 5 – 6). Esto también debería animarnos a promover la obediencia a la fe: No somos nosotros los que llamamos, nosotros simplemente comunicamos, promovemos. Dios es quien llama a las personas a pertenecerle a Él. En otras palabras, simplemente somos canales por donde el mensaje pasa, Dios es quien lleva a cabo la obra de salvación en las personas.
  • Así como lo fue Cristo, los creyentes somos objeto especial del amor incondicional de Dios. Dios ha extendido hacia nosotros el poder experimentar su amor incondicional. Es importante reconocer que Dios ama a cada una de las personas a las cuales llama de la misma forma que amó a Jesús. Esto debería motivarnos a ver a nuestros hermanos y a las personas que reciben el mensaje del evangelio con compasión y amor, no con ojos de juicio.
  • Dios ejerce un papel activo en la santificación de los creyentes. Dios nos ha llamado a ser diferentes al mundo, apartados para Dios. Cuando estés frustrado contigo mismo, y pienses que no eres suficientemente bueno para comunicar el mensaje de Jesús, recuerda que Dios está activamente trabajando en ti para santificarte. Así mismo, no te sientas frustrado si ves que las personas que discípulas o con quien compartes las buenas noticias cometen errores. Dios está trabajando activamente en su santificación. Nuestro trabajo es ser fieles a Dios en comunicar Su Verdad, y Él trabaja en nosotros y nuestros hermanos en llevarnos a alcanzar la estatura de Cristo.

4. Mi Respuesta a la Verdad

Te invito a que ores a Dios para que te muestre cómo debes responder a estas verdades. Sin embargo, déjame darte unas ideas y retos para que apliques esta semana basado en estas verdades:

(1) Ora por tus pastores, y haz un acto de honra en esta semana por ellos. Tus pastores han sido llamados al oficio de anunciar las Buenas Noticias de Cristo, y ellos han respondido a este llamado por amor a Jesús. Quizás tú puedes ser una muestra para ellos de que el favor de Dios está con ellos a través de tus actos de honra. Quizás puedas invitarlos a almorzar, o darles una tarjeta de regalo para que vayan a tomar un café. Pero creo que es importante que podamos honrar y dar gracias a Dios por aquellos que han obedecido su llamado a anunciar las Buenas Noticias.

(2) Reflexiona sobre tu amor por Cristo, y entiende que tu amor por Jesús se traduce en algo específico: un deseo ferviente porque Dios sea exaltado en todas las naciones. Comparte con alguien esta semana acerca de tu amor por Jesús.

(3) Piensa qué mandamientos que Jesús te ha dado que no has obedecido. Anótalo como un recordatorio en tu celular, y practícalo cada día de esta semana. Déjame darte una idea: En Lucas 6: 35 Jesús dijo, “Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado sin esperar nada a cambio.” ¿Qué tal si practicas esto en esta semana? Haz algo bueno por alguien que no te cae bien o a quien consideras tu enemigo. Esa persona no tiene por qué darse cuenta que has hecho algo bueno por ellos. O, si Dios te ha dado los recursos, préstale a alguien que esté en necesidad y dile que no tiene por qué pagarte nada a cambio. Lucas 6 tiene muchos más ejemplos de mandamientos que Jesús ha dado, puedes escoger cualquier otro. Sin embargo, te invito a recordarlos y practicarlos en esta semana.

(4) Comparte con alguien las Buenas Noticias durante esta semana, pero cuando lo hagas quiero que hagas el esfuerzo mental de verlos como (i) personas a quienes Dios ha llamado a pertenecerle a Él, (ii) personas a quienes Dios ama tanto como amó a Jesús, y (iii) personas a quienes Dios ha llamado a ser santos, y en quien Dios está trabajando para ese fin.


Citas:

[1] El saludo de “Gracia y Paz” aparece en otros textos escritos por Pablo a la iglesia. De acuerdo con R.C. Sproul, esto parece indicar que “no hay nada más alto que pueda ser deseado para los santos en la iglesia que el hecho de que ellos puedan conocer la plenitud de la gracia de Dios, y la paz que fue el legado de Cristo, el shalom de Dios. Esta gracia y paz está siendo enviada, no solo por parte del apóstol sino de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

[2] John Scott, Romans: God’s Good News in the World (InterVarsity Press, 1994), p. 53, citado por John Piper: Alégrense las Naciones, p. 5.

[3] Id.

[4] La Biblia LBLA utiliza la palabra “promover”. La traducción textual y otras versiones no utilizan un verbo conector, en cambio estas versiones dicen que los apóstoles han recibido esta gracia y el apostolado “para la obediencia de la fe en todas las naciones”. El comentario a la Biblia textual clarifica que el ministerio de los apóstoles era conducente a la obediencia a la fe. En otras palabras, su ministerio era un conducto por medio del cual Dios llevaba a la obediencia a la fe a todas las naciones.

[5] 1 Corintios 3: 6-7: “Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios porque es quien hace crecer.”

[6] Santiago 2:18 – Pero alguien dirá: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras».

[7] John Piper, Alégrense las Naciones: La Supremacía de Dios en las Misiones.

[8] “Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano.”

[9] Vea también Juan 5: 25 y Romanos 8: 30.

[10] R.C. Sproul, The Gospel of God: Romans, Ligonier Ministries (2011), página 27.

[11] Véase https://bibliaparalela.com/greek/27.htm.

[12] Véase https://bibliaparalela.com/greek/40.htm.

[13] R.C. Sproul, The Gospel of God: Romans, Ligonier Ministries (2011), página 27.